H.E.R.O. o cómo tener un helicóptero en tu mochila.

Me gusta hablar de esos juegos que si bien no fueron muy conocidos y que más allá de su calidad, nos produjeron sensaciones y dejaron una marca en nuestro recuerdo. El juego del que hoy les voy a hablar es el H.E.R.O de Activision, publicado en el año 1984 inicialmente en la Atari 2600 y luego llevado a varias de las computadoras hogareñas de moda en la época. Este juego se llevó muchas horas de mi infancia en mi Drean Commodore 64 por varios motivos: era un juego adictivo y estaba bien ambientado.

La tapa original del juego en su versión Spectrum

Nuestro personaje es una especie de soldado con una mochila-helicoptero que le permite volar y sortear obstáculos que sería imposible de pasar de otra manera. Si bien el juego no tiene ninguna introducción ni texto (como la mayoría de los juegos de la época) supuestamente nos metemos en profundas cavernas infestadas de bichos inmundos y animales peligrosos para salvar a alguien, no importa quién es, ya que para eso somos el héroe del juego y para eso nos pagan carajo. Nuestro personaje cuenta con un láser de duración infinita y una ración limitada de cartuchos de dinamita que le sirven para volar ciertas paredes. Si nos quedamos sin cartuchos podíamos usar nuestro laser para destruir estas paredes. La contra es que esto llevaba unos cuantos segundos disparando para que cedan, y teniendo en cuenta que tenemos una medidor de la energía que nos queda, este tiempo se hacía interminable.


Este juego me atrapó por mucho tiempo no sólo por la adicción causada por su elevada dificultad, sino que además por la ambientación de los niveles. Pocas cosas me gustan más en los videojuegos que meterme en oscuras y peligrosas cavernas y si además van hacia abajo, metiéndose cada vez más profundo en las entrañas de la Tierra, mejor aún. La oscuridad y lo subterraneo siempre me atrajeron, y en H.E.R.O. tenemos mucho de eso, ya que al principio las cavernas están iluminadas, pero ni bien avanzamos nos encontraremos con infinidad de niveles que se oscurecen. A la entrada de los mismos hay una lámpara que inevitablemente se apaga al pasar con nuestro personaje y que sólo pueden ser iluminados encendiendo uno de nuestros cartuchos de dinamita. No sólo los bichos que pululan son peligrosos, las mismas cavernas plantean desafios ya que nos encontraremos con pisos y paredes que se mueven y otras con pinches que nos matarán al mínimo contacto.

Cavernas y oscuridad, no puedo pedir más

Como bien dije anteriormente, el juego cuenta con una dificultad progresiva pero que luego de un punto se vuelve casi imposible de jugar. Para colmo cuando perdés alguna de las escasas vidas que te da el juego, tenés que empezar de cero por lo que pasar los 20 niveles que posee este juego sólo es una tarea para los que poseen nervios de acero. Recuerdo las tardes que pasé junto a mis primos y mi hermano jugando esta pequeña joya del pasado y si bien nunca lo pudimos terminar, nos divertimos muchísimo viendo quién llegaba más lejos. Busquen su emulador favorito de Commodore 64, Spectrum, MSX o Atari 2600 y juéguenlo un rato, luego me cuentan. Seguro no se arrepentirán.


PD: como siempre la red nos sorprende con algo y esta ocasión no iba a ser la excepción, mientras buscaba fotos para este artículo me encuentro con una remake de este juego que pueden bajar de acá. Magia pura.